A medida que se acerca el cierre del ejercicio 2025, los despachos profesionales se enfrentan a uno de los momentos más exigentes del calendario tributario. El Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), eje central de la actividad contable, vuelve a poner a prueba la precisión y la capacidad de planificación de las asesorías fiscales.
El resumen anual, plasmado en el Modelo 390, es una fotografía de todo un año de gestión, y en él suelen concentrarse los errores más frecuentes, pero también las claves para anticipar un 2026 más eficiente.

Cada ejercicio, las comprobaciones de la Agencia Tributaria revelan una serie de fallos recurrentes en la presentación del Modelo 303 y su coherencia con el Modelo 390. Los más habituales son:
Como ilustración en la consulta vinculante (V1897-22) de la Dirección General de Tributos subrayó la obligación de incluir todas las operaciones relevantes en el Modelo 390, incluso las exentas o sin derecho a deducción, cuando superan los umbrales establecidos. El criterio refuerza la necesidad de exhaustividad y coherencia en la información remitida al cierre.
Más allá del cumplimiento formal, el cierre del IVA es una fuente de información estratégica para proyectar decisiones de futuro. Los asesores fiscales pueden aprovechar este momento para transformar los datos en valor:
De esta forma, el cierre anual deja de ser una obligación repetitiva para convertirse en un instrumento de diagnóstico y estrategia empresarial.
Una visión de cierre y futuro
El cierre de 2025 ofrece a las asesorías la oportunidad de elevar su papel de gestor a socio estratégico, ayudando a sus clientes a anticipar decisiones y optimizar sus recursos.
Convertir la revisión del IVA en una práctica de análisis continuo es, hoy, una ventaja competitiva. Los datos no solo revelan errores, sino también tendencias, oportunidades y mejoras para un 2026 más sólido y previsible.